1988: Monumento a José Martí, Roma.

por Reinaldo N. Togores.
© Archivo Escultor Tomás Lara
Con Tomás Lara (izq.) en el Instituto Cultural Italo-Latinoamericano.
El monumento a José Martí en Roma fue el resultado de un concurso patrocinado por la Comisión de Desarrollo de la Escultura Monumentaria y Ambiental (CODEMA) en 1988. Participé en equipo con el escultor Tomás Lara. De este monumento se hicieron varias propuestas. Una propuesta inicial presentada al concurso y que fuera elaborada a partir de la documentación gráfica del emplazamiento propuesto, teniendo en cuenta tanto las orientaciones de dicha Comisión como la experiencia de otros monumentos ya construidos (el de Madrid) o en proyecto (los de Quito y París).
El proyecto inicial, que presentamos a la municipalidad romana fue objetado argumentando que incluía un basamento pavimentado y la normativa exigía conservar lo más posible el entorno natural. Las autoridades locales dilataron su aprobación con una, serie de reparos que fueron motivo de dos variantes adicionales del proyecto. Tampoco faltaron los prejuicios estéticos: “Demasiado moderno, estaría bien para Brasilia, pero en Roma... Roma es clásica". El Instituto Cultural Ítalo-Latinoamericano, que promovía la iniciativa del monumento, además del alojamiento durante nuestra estancia en Roma, nos ofreció entonces el estudio que tenía en el Trastevere el escultor Federico Brook, Vicesecretario Cultural del Instituto para elaborar el proyecto modificado.   Allí fue que realizamos la maqueta que aparece en la foto. La aprobación del proyecto quedó pendiente a nuestro regreso a La Habana.
Por fin establecieron una serie de condiciones en que el monumento quedaba reducido a una estela de dos metros de altura. Nos encontrábamos ante una situación en que prácticamente se nos obligaba a adoptar una tipología del todo convencional, hasta el extremo que el pliego de condiciones incluía el dibujo acotado de una tarja con la efigie de Martí en un medallón circular a bajorrelieve. El no aceptar dichas condiciones hubiera significado renunciar a nuestra aspiración a un monumento digno, Ya no era posible un reajuste del proyecto inicial. Hubo que partir de cero desechando el trabajo realizado, y todo esto en un plazo que se hacía cada vez más breve ante el propósito de inaugurarlo el 28 de enero (de 1989).
Entonces se elaboraron una serie de variantes entre las cuales se elegiría la nueva propuesta a discutir con las autoridades romanas. En todas ellas se asumía de manera critica el esquema tradicional figura-pedestal que se nos imponía, cuestionando su esencia jerárquica. Estábamos convencidos de que seria necesario destruir esa separación neta imagen - elemento portante que permitía la individualización de cada uno de estos términos. Con ello se lograría al final una lectura monumental unitaria en que lo que hubiera sido apenas pedestal, interviene como elemento activo en la figuración.
Estrechamente relacionado con esto se encuentra la concepción en redondo, donde cada cambio de punto de vista lleva al descubrimiento de nuevos desarrollos en que frente, fondo o laterales son distinciones puramente funcionales que no implican privilegio en cuanto a su interés formal. A pesar de sus pequeñas dimensiones, la ubicación en un punto culminante del terreno y la fuerza de su volumetría contribuyen a otorgar a la obra el debido carácter monumental.
Al concepto y las intenciones detrás de los proyectos elaborados me he referido en el texto leído como parte del ciclo de conferencias organizado con motivo de la creación de la Sección de Diseño Ambiental de la Asociación de Artistas Plásticos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y que reproduzco a continuación:

En este caso el punto de partida estuvo en la frase sugerida por el historiador Pedro Alvarez-Tabío: 'Yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el respeto de los cubanos a la dignidad plena del hombre' (25). Esta frase destaca una faceta de la personalidad martiana, la del hombre de leyes, tanto por formación como por vocación. El arquetipo de nuestros códigos legales modernos se encuentra en el Derecho Romano. Esta idea evoca en nosotros, de inmediato, el lugar de la ley: el Foro Romano. De las columnatas que lo circundaban apenas quedan hoy restos, dos o tres fustes aquí y allá soportando trozos de entablamento. De esos vestigios del antiguo foro brota una primera imagen, un esbelto pórtico que reproduce las proporciones del intercolumnio en las antiguas basílicas. El espacio delimitado por esta estructura puede leerse también como puerta. Puertas, colosales puertas, fueron precisamente los monumentos conmemorativos de las grandes proezas en la antigüedad romana. En los arcos de triunfo el motivo de la puerta suele reiterarse triplicándose.

Las puertas invitan al paso a través de ellas, marcando una trayectoria. Este sentido de recorrido se enfatiza estableciendo una secuencia en profundidad y altura. La vida, y especialmente la de alguien como Martí puede interpretarse como una trayectoria, una senda que se recorre a pesar de los obstáculos encontrados. La senda definida en la sucesión de pórticos deberá vencer la pendiente del terreno y lo escarpado del basamento para encontrar, por último, el muro contra el cual se 'estrella'. Conclusión adecuada para la trayectoria de quien reclamara '...que luzca en mi frente mejor la estrella que ilumina y mata' (26). Al impacto, como que se quiebra el muro, y sus planos angulosos se animan de un movimiento en que pudieran hacerse estrella, pero también bandera.

Martí, al alcanzar su destino -la estrella- se hace bandera. El muro con su imagen, se quiebra, asciende y flamea al viento como debieron hacerlo los estandartes de la caballería en aquella acción en que encontró la muerte. De Martí, hombre de leyes, llegamos en este discurrir de imágenes a Martí, bandera. Del proyecto político de la república al destino personal del hombre.

Este monumento quedó en proyecto. Las autoridades locales, quizás debido a cambios de color político, dilataron su aprobación con una serie de reparos que fueron motivo de dos variantes adicionales del proyecto. Por fin se establecieron condiciones a partir de las cuales el monumento quedaba reducido a una estela de dos metros de altura. Abandonada la idea de los pórticos, se mantiene el tema de la estrella sugerida a partir de la intersección de planos.

La intención original de emplear mármoles blanco y verde fue también objetada por las autoridades locales alegando el peligro de los omnipresentes graffitti. El material usado a instancias del ingeniero jefe de la zona facilitará sin duda el trabajo de los empleados municipales, pero le introduce, con esa estrella en granito rojo, sugerencias quizá adecuadas a la filiación ideológica de nuestro actual gobierno. pero que sin duda resultarán incómodas a los funcionarios conservadores que, teniendo en cuenta sólo el aspecto utilitario, promovieron su uso.

Aun ahora creemos que la solución primera resultaba, por su escala y la riqueza de su simbolismo, la más adecuada tanto al lugar como al tema. Si en Roma coincidieron quizá determinadas circunstancias políticas y quién sabe si una cierta dejadez por parte de quienes pudieron secundarnos con más ímpetu, no perdemos la esperanza de ver aquella propuesta hecha algún día realidad. Las ocasiones de honrar a Martí seguramente no se han agotado.


Ámbito Tres

Una versión de este texto fue publicado en la sección Ámbito Tres del periódico mexicano Excelsior, dirigida por el Arquitecto Carlos Véjar, el sábado 14 de diciembre de 1991.